22 octubre 2009

¿Quién llega a los puestos más altos?

Esta pregunta nos la hicimos ayer mismo los compañeros que compartimos despacho en el centro donde trabajo. Después de unos meses en que los mandos intermedios habían cambiado, llegó la hora de hacer cierto balance... siendo éste de bastante decepción.

Soy de la opinión que para poder llegar a ciertos cargos, no sólo es necesaria la experiencia y la formación, sino que hace falta poseer unas mínimas habilidades personales y sociales que te permitan "gobernar" con eficacia y eficiencia un equipo de trabajo. Pues bien, por lo que parece, esta opinión no es compartida por los responsables de determinar quién ocupa ciertos cargos de responsabilidad en mi centro. Hablamos de personajes que, siendo técnicos de base, se pasaban las horas concertando visitas y repasando historiales de su consulta privada; "profesionales" que no destacaban precisamente por su capacidad de trabajo en equipo; individuos que en su pasado han generado conflictos innecesarios... Y un buen día los ves llevando a cabo tareas de coordinación, subdirección o gestión.

Bueno, para ser del todo sinceros, a algunos no les ves realizando ningún tipo de tarea ya que están dando conferencias por lo alto y ancho de la península, elaborando un doctorado, presentando tal o cual proyecto... todo menos llevar cabo lo que se les ha asignado. Y mientras tanto, la infantería se deja la piel en el campo de batalla, teniéndose que oír, además, que no se es del todo productivo, que se deben realizar más evaluaciones de calidad, que los informes no son todo lo completos que deberían, que hay cierta "dejadez"...

Eso sí: compartiendo impresiones con el resto de compañeros y compañeras, te das cuenta que aquellos que llegan a esos cargos (sin que detrás haya mérito profesional alguno) tienen características similares. En el caso que estoy viviendo los podría resumir en:
  • Vocabulario técnico y vacío de contenido con frases largas que sólo pretenden cansar al interlocutor. Un contenido que se podría expresar en 3 frases con una duración máxima de 2 minutos se acaba convirtiendo en una disertación pseudo-filosófica y pseudo-política de página y media y 20 minutos de monólogo.
  • Enorme capacidad de ocultación cuando se les necesita, sobre todo cuando se les pide que tomen decisiones. Estoy convencida que ni el mejor GPS sería capaz de localizarlos.
  • Necesidad imperiosa de quedar bien. Lo que vulgarmente se conoce como "saber nadar y guardar la ropa". Sus discursos y sus poses están especialmente orientados a ofrecer la mejor imagen de sí mismos... aunque acaben fracasando estrepitosamente sin que ellos se den cuenta.
  • Capacidad para aparecer en todos los eventos,  reuniones, congresos, conferencias y cursos posibles al más puro estilo Jesucristo. Hay quien piensa que tienen unos dobles que facilitan esa tarea.
  • Una cualidad que no siempre está bien valorada: ser capaz de despertar rabia, odio, impotencia, extrañeza, cabreo o indiferencia (en el mejor de los casos) a todos sus subordinados. Eso favorece la unión entre estos últimos, facilitando el trabajo en equipo y la empatía... aunque sea en contra de aquellos.
  • Mínimas o nulas habilidades personales y de relación. Supongo que por el hecho de sentirse superiores a los demás mortales, no consideran necesario mantener unas mínimas reglas de educación. Y al revés, hay algunos que desarrollan un "falso coleguismo" que los sitúa aún por debajo de los primeros. Sea como sea, las interrelación con ellos puede llegar a ser asfixiante, conflictiva e infructuosa.
Está claro que si un mando intermedio como los que sufrimos debe tener estas características, a mi no me verán nunca en una butaca de piel. Además, ¿qué sería de un general sin su ejército? ¿qué sería de los capitanes sin su infantería? Puros cargos políticos sin objetivo ni meta.

07 octubre 2009

¡¡Manda huevos!!


Esta mañana, Albert Batlle, secretario de Servicios Penitenciarios, Rehabilitación y Justicia Juvenil de Catalunya, ha recibido un paquete bomba en su despacho. Por fortuna se ha podido desactivar a tiempo sin que causase daños personales o materiales. La cuestión es que se sospencha que el paquete lo ha enviado un grupo anarquista.

Vamos a ver: me considero una persona respetuosa con toda ideología religiosa, política o vital... siempre y cuando respecten la convivencia con otras formas de entender la vida. Es entonces cuando me planteo una serie de cuestiones que me gustaría que alguien pudiera responderme, en caso que se confirme la autoría por parte de este grupo:

  • ¿Qué se supone que pretendían "solucionar" con una bomba?

  • ¿Cómo es posible que aún haya grupos de este tipo que se dediquen a atentar contra la integridad de las personas?

  • ¿Son conscientes de lo que implica el concepto de anarquía? ¿No quieren defender que cada individuo sea responsable de sus actos sin que deba existir un estado "policial"? Es evidente que con estos actos atentan contra la base de su propia ideología...

  • ¿Quién podrá ser el siguiente? ¿Debemos empezar a revisar los bajos de nuestros vehículos por si algún falso idealista decide atentar contra los profesionales que trabajamos allí?

  • ¿Se creen que el trabajo de los funcionarios de prisiones (ya sean de vigilancia o de tratamiento) es apalear a los internos como acto lúdico? ¿Que llevamos pistola o porra y que vamos repartiendo golpes a diestro y sisniestro? Por Dios, ¡que estamos en el siglo XXI en un país democrático y de derecho!
No entiendo el objetivo de estos grupos (¿quizás la publicidad?) pero está claro que mientras existan individuos como ellos, una verdadera anarquía nunca será posible.