15 noviembre 2014

Adolescentes conflictivos...con potencialidades

Desde hace un par de meses trabajo con adolescentes conflictivos: expulsados de los institutos, con problemas de consumo de sustancias psicotrópicas, impulsivos, con actos de violencia a sus espaldas, con diagnósticos diversos... El objetivo es ofrecer las herramientas necesarias para que obtengan el graduado escolar y reducir los episodios disruptivos.

El entorno familiar suele sentirse desbordado por la situación; sufren los escarnios de los menores, han probado diversas acciones con ellos y casi nada ha funcionado. Los años pasan y las situaciones conflictivas sólo hacen que crecer. Este tipo de realidades suelen provocar más agresividad en los adolescentes que, unido a la etapa vital que viven y la situación actual de la sociedad, perfilan un futuro incierto.

Una vez enmarcado el ámbito donde trabajo, me gustaría destacar un hecho que ayer mismo me impactó. Uno de los chavales, de 15 años, quiso salir de la clase. "Estoy rayado, me voy". Lo cogí a parte y le pregunté qué sucedía. Estaba convencida que algún comentario de los compañeros o la temática de la clase (tocaba matemáticas) había provocado esa reacción pero la motivación estaba lejos de estar relacionada con ese momento concreto.

Textualmente me dijo: "Es que soy un analfabeto, un inútil. Con 15 años y aún no sé leer
bien. Voy a clases de repaso y no sirve de nada. Tiene razón mi madre cuando me dice que acabaré como un vagabundo". El tono empleado fue lastimero y apagado, convencido de lo que estaba diciendo. Miré de disuadirlo destacando sus potencialidades: es muy hábil con las manos, le encanta el bricolaje y la jardinería, tiene una memoria excelente y un alto sentido de la responsabilidad. Se presta voluntario a ayudar en las tareas del centro y su sentido del humor es genial. Es educado, respetuoso con las figuras de autoridad y el grupo de iguales.

Pero a pesar de esta enumeración, el adolescente tiene muy interiorizado que no sirve para nada. En una cultura donde la "titulitis" tiene un papel protagonista, aquellos que no destacan en el mundo académico se ven en inferioridad de condiciones. Los trabajos manuales son entendidos como de menor calidad y superfluos, peor considerados y destinados a los que no llegan a unas calificaciones suficientes.

No sé si el sentimiento de este alumno será compartido por muchos más adolescentes pero me gustaría poder demostrarles que la sociedad adulta donde están a punto de entrar les valorará por sus cualidades humanas y no por las notas de final de curso. Me gustaría poderles asegurar que podrán ir con la cabeza bien alta sin necesidad de tener una carrera o dos posgrados. Que su entorno se sentirá orgulloso de ellos si se comportan como personas responsables, trabajadoras, maduras, comprometidas, solidarias... aunque no ejerzan como médicos, abogados o científicos. 

Me gustaría poderles mostrar casos exitosos actuales, que salgan por la televisión y en la prensa, reconocidos, de trabajadores como panaderos, comerciantes, feriantes, jardineros, pastores, paletas, camioneros, mozos de almacén, teleoperadores... Pero hasta ahora mi búsqueda no ha obtenido resultados.

02 octubre 2014

¿El educador/a social nace o se hace?

Esta cuestión aparece casi invariablemente a lo largo de la formación y experiencia de un profesional ligado a la Educación Social pero yo me pregunto... ¿Sucede lo mismo en disciplinas como la Arquitectura, la Escultura, la Peluquería, la Mecánica o el Fútbol? Lo digo porque tengo la sensación de tener que justificar con demasiada frecuencia quién "puede" o no "puede" ser educador/a social.

Dicho de otra manera... si entendemos que el profesional nace, afirmamos con rotundidad que en tu cadena de ADN debe aparecer una serie de rasgos mínimos para poder ejercer. Si no aparecen en tus cromosomas, "lo siento pero dedícate a otra cosa". Si nos convencemos que el/la educador/a social se hace implica que cualquier persona, en cualquier circunstancia, puede llegar a ejercer de forma profesional. ¿Alguna de las dos respuestas es la válida o cabría introducir una "tercera vía" (parafraseando la posición de ciertos partidos políticos respecto a la independencia de Cataluña)?

Como me gusta llevar la contraria y crear un poco de controversia,
optaré por esta última opción. En mi humilde opinión, para ejercer de forma profesional cualquier disciplina, se necesita de alguna cualidad o facilidad para desarrollar los contenidos y las destrezas necesarias pero también se requiere de formación y esfuerzo para llegar a trabajar con eficiencia.

Pongamos el ejemplo de la Escultura. ¿Todo el mundo puede estudiar Bellas Artes? Creo que sí. ¿Todo el mundo puede ser un buen escultor? Creo que no. Las técnicas pictóricas pueden ser aprendidas de memoria pero tener una determinada sensibilidad, paciencia, sentido de la belleza y de la expresividad plástica es importante. ¡Yo no me veo haciendo una escultura por muchos cursos que hiciese!

También es cierto que ciertas habilidades y estrategias se aprenden y se desarrollan con la formación y la experiencia. No existe un manual "del buen educador/a social" pero sí unos mínimos a tener en cuenta; algunos de ellos aparecen de forma explícita en el Código Deontológico de la profesión y deberían revisarse de vez en cuando para no caer en actitudes demasiado paternalistas ni conformarnos con lo que ya sabemos y conocemos.

Creo que como en nuestro campo de trabajo la reflexión es necesaria, les damos demasiadas vueltas a temas que deberían no inquietarnos tanto. ¡Cómo nos gusta pensar y repensar conceptos, ideas, contenidos y estrategias a los/as educadores/as sociales!

¡FELIZ DÍA DE LA EDUCACIÓN SOCIAL A TOD@S!

05 septiembre 2014

NUEVAS EXPERIENCIAS PROFESIONALES

Hace tiempo que dejé mi blog en estado catatónico... casi como yo. En agosto del 2013 me quedé en paro y me vi alejada del mundo de la educación social, con todo lo que eso implicaba. Mi mundo dio un vuelco y vi que tenía que empezar de nuevo... fui buscando oportunidades, entidades y proyectos que me aportasen nuevas emociones, nuevos aprendizajes y nuevas experiencias. 

Costó mucho encontrarlo. Huelga decir que en una situación de crisis las ofertas del ámbito social no abundan y sí los candidatos a ocuparlas. En este proceso me he encontrado con personas muy preparadas, muy capaces y muy motivadas; profesionales con mucha y con poca experiencia, con ilusión y miedo, con esperanzas y sueños, con excelentes formaciones y recién salidos de los grados... A todos ellos les dedico este post.

Julio de 2014... el verano (si se puede llamar así al tiempo que ha hecho esta temporada) estaba instaurado y empezaba unas prácticas del Máster en Intervención Criminológica y Victimológica que aproveché para hacer en mi obligado paro. Hacía pocos días que realizaba tareas en la Associació Catalana per la Infància Maltractada (ACIM); aprendía mucho y me sentía de nuevo en el ámbito laboral. Me reconcilié con la profesión y con la rutina diaria de quien tiene a dónde ir cada mañana. En una semana me llamaron de tres entidades citándome a una entrevista y, con una inmensa suerte, me cogieron en dos de ellas. No me lo creía... Pensé que en el último momento alguna de ellas me llamaría para deshacer el compromiso: me preparé para ello lo mejor que pude.

La primera entidad, en la que llevo pocos días, es la Fundació Main, con sede en Sabadell. Trabaja con adolescentes con problemas conductuales que tienen dificultades para integrarse en un instituto. Para mí el colectivo era (y es) nuevo y el funcionamiento algo diferente a lo que estaba acostumbrada. Empecé con temor, con muchos nervios y a la vez con la ilusión de implicarme en un proyecto nuevo. Me encontré con grandes profesionales y con un equipo directivo consciente del trabajo, la implicación y la tarea que teníamos encomendada. 

En la segunda, un Centro Abierto, trabajo con menores entre 5 y 12 años, en tareas de refuerzo escolar y actividades lúdicas. Colectivo también nuevo para mí y con funciones diferentes a las acostumbradas. Niños y niñas que se están formando y adaptando a esta sociedad que cambia de forma vertiginosa y que no suele aportar herramientas suficientes para hacerle frente.

En las dos entidades aprendo cada día, no sólo de los educandos sino sobre todo de mis compañeros. En momentos de crisis económica, de valores y de fundamentos básicos, trabajar en proyectos nuevos, vigorizantes y que te aportan nuevas experiencias y conocimientos adquieren un valor especial.

Y esta experiencia sólo ha hecho que empezar