El martes nos levantamos con una noticia que me despertó estupefacción, asombro e incredulidad a partes iguales: el Departamento de Justicia de Catalunya contará con los servicios de una educadora (ya en nómina en un centro de menores) para que haga tatuajes a los internos. ¿Objetivo? Reducir los riesgos de contagio de VIH y Hepatitis como consecuencia de utilizar utensilios sin ninguna garantía higiénica.
La idea, por lo que parece, no es nueva. En el 2007 ya se planteó como prueba piloto, aunque parece que nunca se llevó a cabo. En este caso ya se cuenta con la profesional que irá por los centros tatuando a los internos... con coste cero para ellos.
Como era de esperar, los sindicatos han puesto el grito en el cielo teniendo en cuenta el estado económico en el que estamos, los numerosos recortes en el presupuesto y, por qué no decirlo, en la bajada de los sueldos de los funcionarios que allí trabajamos.
¿Debemos considerar esta medida como prioritaria frente a otras como por ejemplo concertar más convenios con entidades externas que den apoyo a la reinserción de los internos una vez se encuentren en la calle? ¿Es más urgente que ofrecerles cursos de formación ocupacional para que obtengan algún título que les facilite la inserción laboral? ¿Más prioritario que reforzar los equipos de tratamiento con herramientas actualizadas?
Por otro lado debemos tener en cuenta que la proliferación de utensilios rudimentarios para hacer tatuajes dentro de los centros penitenciarios se ha visto reducido considerablemente atendiendo a nuevas modas, la sensibilización respecto al contagio de enfermedades, el hecho que los tatuajes ya no son el signo identificativo que tenían antes...
Y una última reflexión: la profesional responsable de realizar los tatoos es educadora social. Una vez más nuestra profesión queda ubicada en un terreno marcado por lo anecdótico, lo banal, lo "hippie", lo alternativo (en el peor sentido de la palabra). ¿Por qué no podía ser psicólogo, jurista criminólogo o trabajador social? ¿O mejor aún, enfermero o ATS teniendo en cuenta que el objetivo es de tipo sanitario? ¿No va siendo hora que nuestra profesión tenga también una credibilidad más allá de la pura diversión y entretenimiento?
Una vez más, la realidad supera la ficción.