Recientemente escuché a un compañero que afirmaba, con una rotundidad aplastante, que con el tiempo que hacía que trabajaba como educador social, la formación ya estaba de más. Consideraba que ya no le podrían enseñar nada más utilizando la famosa frase de "está todo inventado". Lo más chocante fue ver que algunos colegas afirmaban con la cabeza, mostrando su conformidad.
¿Realmente llegado a un punto "A", la formación está de más? Como profesionales de la educación ¿podemos defender esta postura? ¿No se supone que miramos de convencer a nuestros educandos para que se reciclen y así se adapten a las nuevas demandas laborales? En caso que esa declaración de principios fuese cierta, ¿cuándo podemos decir que hemos llegado a ese punto "A"? ¿Hay alguna señal que nos indique ya que tenemos la "batería cargada de conocimientos"?
Desde mi punto de vista, un profesional del ámbito social no puede renunciar nunca al reciclaje continuo, ya que somos agentes sociales que contínuamente debemos adaptarnos a nuestro entorno, una sociedad líquida cambiante a ritmos vertiginosos. ¿Podemos afirmar que los conocimientos aprendidos hace unos años siguen vigentes al 100%, sin modificaciones ni cambios?
Yo, como mínimo, necesito reciclarme, aprender, incorporar herramientas para hacer mi trabajo lo mejor posible.