26 agosto 2009

Fugas de las cárceles

Laura Manzanera, estudiosa de las grandes fugas de cárceles de todos los tiempos acaba de publicar un libro titulado "Grandes fugas" Ed. Península.
Extracto del artículo publicado en La Vanguardia el 26 de agosto de 2009.

Como educadora en un centro penitenciario, la primera frase que me sorprende del artículo es "la primera obligación de todo preso es escapar". ¡Y no le falta razón! La libertad, entre estos muros, se considera un bien que no se equipara a ninguna riqueza o posesión. Y hasta Ibsen lo definió someramente: "La lucha por la libertad es la esencia misma de la libertad".

Ejemplos de fugas ha habido en todos los tiempos. La primera documentada está fechada en el año 59 a.C por Cicerón, quien en una carta detalla la fuga del esclavo romano Licinius. A partir de entonces las prisiones han cambiado, los gobiernos han evolucionado, las personas hemos madurado... pero el deseo de libertad de aquellos que no la tienen se ha mantenido intacto. No importa si lo que está fuera no es enteramente de su agrado, si la familia se encuentra en condiciones o la crisis acecha sus economías... la libertad es una recompensa suficientemente atractiva como para luchar por ella. Como bien dijo Azaña: "la libertad no hace felices a los hombres; los hace sencillamente hombres".

También es cierto que puedes encontrarte con personas que no desean esa libertad. No son muchos, ni tan sólo un número significativo, pero cuando te encuentras con uno de ellos no lo olvidas fácilmente.

Recuerdo especialmente el caso de un rumano que entró en prisión por robos. Era la primera vez que pisaba un centro penitenciario, tenía 23 años y le conocí cuando le faltaban pocos meses para irse en libertad. A lo largo de las tutorías observaba que su nivel de ansiedad aumentaba; tenía claro que en la calle no tenía nada, no podía volver a su país con las manos vacías y debía enviar dinero a su familia periódicamente. En el centro tenía comida, techo, médico, trabajo... en la calle, nada. Un par de días antes de irse me pidió un favor: que le denunciase. No importaba mucho el motivo, pudiendo ser robo, intento de agresión, extorsión... Estaba dispuesto a lo que fuera con la única esperanza de poder quedarse allí. Pidió, suplicó... pero estaba claro que no podía ser. Se miró de vincularlo a algún recurso externo pero su temperamento y carácter le hacían difícil sentir que recibía caridad. Cuando llegó el momento él tenía claro que saldría de la zona para dedicarse a lo que fuera lejos del entorno en el que estaba. Nunca más supe de él pero como mínimo no ha vuelto a entrar en las cárceles de mi región.

Pero como dice Manzanera en su artículo, los que han renunciado a huir "no han hecho historia" así que mi rumano no aparecerá en ninguna crónica negra ni será protagonista de ninguna novela... sólo la de su propia vida.

25 agosto 2009

El lenguaje crea realidades


Un artículo publicado el 21 de agosto de este año me llamó la atención. En él, habla James Hurford, experto en el origen del lenguaje humano y catedrático de Lingüística. Extraigo algunas afirmaciones que creo que merecen ser reflexionadas:

"La gran pregunta para mí es si hablar una determinada lengua te impone también indefectiblemente un modo de ver y entender el mundo..." (...) "Si fuera cierta, un hablante inglés no sería capaz de entender el mundo de los indígenas australianos" (...)

"Yo creo que tu lengua materna condiciona tu modo de ver el mundo, pero no te encierra en ella sin remisión. Podemos superar como individuos ese marco mental que nos impone la lengua colectiva y concebir y entender otros modos de ver el mundo" Pero eso depende, claro está, de la predisposición de la persona a hacerlo y creo que son pocos los que creen en la importancia del lenguaje.

Hace un tiempo, Elisabet, una buena amiga (educadora siempre reflexiva y atenta) me indicó una frase que siempre recordaré: el lenguaje crea realidades. En un principio pensé que el lenguaje era un tema un tanto banal y que, como profesionales de la educación, era un campo que escapaba a nuestra tarea diaria, pero con el tiempo he aprendido que el hecho de escoger una u otra palabra a la hora de relacionarse con los demás, genera un abanico de emociones que influye decisivamente en el estado anímico del otro... y en el de uno propio.

Haciendo un esfuerzo por escuchar y escucharme a mí misma he aprendido que, cuando modificas (aunque sea levemente) unas determinadas palabras por otras, generas cambios en tus relaciones personales, en las reacciones de los otros y en la vivencia que haces de tu cotidianidad. El etiquetaje que solemos realizar desde los diferentes campos de la acción social es un claro ejemplo de ello; les condiciona a ellos en su autoconcepto pero también marca nuestra labor educativa. Yo misma firmo algunos mails o notas profesionales (en tono humorístico) como la Eduka Tóxika (atiendo a internos con problemas de drogodependencia)... pero también soy de la opinión que debemos situar al lenguaje (como tantas y tantas cosas) en un contexto y importancia adecuados; no podemos ser esclavos de él ni pensar que mueve montañas, potencia cambios drásticos en la vida o soluciona problemas fuertemente arraigados. Digamos que se trata de un elemento más a tener en cuenta en nuestro quehacer profesional cotidiano. Uno más...

Está claro que deberé aplicarme el cuento y predicar con el ejemplo...

17 agosto 2009

¿Qué hay de lo mío?


Retomando el hilo argumental de la reflexión hecha por el educador Sera Sánchez (reflexión que puedes leer en una entrada reciente), me atrevo con uno de los imponderables de nuestro día a día.

Para los que trabajamos en el ámbito penitenciario, esta es la frase más escuchada y repetida. La pronuncian los internos en un triste afán por captar nuestra atención y suelen recibir por respuesta un tímido "te lo miro" o un huidizo "estoy en ello". En muchas ocasiones no importa quién es el sujeto concreto que realiza la pregunta y mucho menos el tema del cual nos habla. En la mayoría de situaciones es un diálogo aprendido y repetido como el "¿qué tal?" seguido de un "bien, ¿y tú?".

Afortunadamente no todos los profesionales trabajan de la misma manera pero hay prácticas muy arraigadas en nuestro mundo laboral como para erradicarlas de la noche a la mañana. Además, te puedes encontrar que un día le preguntes a un interno: "¿de qué se trata"? y recibas un "no me acuerdo, ¡usted sabrá!". Situaciones más esperpénticas se viven en el día a día...

Se trata de un diálogo que acaba por contaminar las relaciones horizontales entre los miembros de un equipo. Recientemente me escuché a mí misma preguntarle a la trabajadora social "¿qué hay de lo mío?" refiriéndome a un asunto familiar de uno de los internos que tutorizo y me sorprendió recibir un "estoy en ello" bien convicente. Me sorprendí por la situación pintoresca pero sobre todo me asombré al darme cuenta que nadie, excepto yo, se había dado cuenta de la proyección que acabábamos de hacer; sólo cuando lo verbalicé, recibí una respuesta que, como mínimo, me intranquilizó: "¿qué esperabas? Es lo que hay".

Ni Almodóvar sería capaz de plasmar realidades como ésta.

11 agosto 2009

Retazos de la historia contemporánea...

Extraído de la revista "In Voce" del Centro Penitenciario de Mansilla de las Mulas (León)

ESTADÍSTICA, VATICANO Y DEPORTE. El número de Navidad del British Medical Journal advierte del riesgo de muerte que corre el Papa Benedicto XVI. Dicho así, la noticia sería digna de portada; de no ser que el factor que amenaza la vida del pontífice es que la selección de rugby de Gales consiguió el Grand Slam -al vencer todos los partidos- en el torneo Seis Naciones de 2008. En la línia de las estadísticas que suelen esgrimir los periodistas deportivos de las competiciones, científicos de la Universidad galesa de Cardiff comprobaron que, de los 8 Papas fallecidos desde 1883, 5 murieron cuando Gales logró el Grand Slam o ganó el torneo. Así, concluyen, Benedicto XVI tiene sólo un 55% de posibilidades de supervivencia. Claro, Gales es protestante.



SEMEN CONTRA COCA-COLA. Deborah Anderson, de la Universidad de Boston (EEUU) demostró ya en el 1985 el efecto espermicida de la Coca-Cola. Sin embargo, Anderson no recomienda el uso de la bebida como anticonceptivo. De hecho, su estudio en el número navideño del British Medical Journal aporta un dato inédito: el esperma corre a 18 centímetros por hora, con lo que escapa fácilmente al refresco. A menos, escribe la autora, que éste se introduzca antes, pero sería negativo para la lubricación, "como puede atestiguar cualquiera que haya intentado mantener relaciones sexuales en una piscina o en el mar". Anderson añade que la "ducha" de Coca-Cola, es decir, agitar y destapar, requiere destreza y puede ser poco fiable, "especialmente si se practica en la oscuridad", advirtiendo además del grave riesgo si se olvida de quitar la chapa.




JOHN NASH, EL NOBEL ALUCINADO. La figura de John Forbes Nash (EEUU, 1928), captó la atención del público a raíz de su biografía llevada al cine en "Una mente maravillosa", ganadora de 4 Oscars. En la película, Russell Crowe interpretaba a este experto en teoría de juegos que ha luchado durante gran parte de su vida contra personajes imaginarios surgidos de su esquizofrenia paranoide. En el campo científico, desde su puesto en la Universidad de Princeton, ha desarrollado aportaciones geniales que cubren desde la matemática pura a la estrategia militar, pasando por la informática o la teoría económica. En 1994 ganó el Premio Nobel de Economía.